El azar de Laura Ulloa
De Susana Fortes
Ed. Planeta, 2005
La novela trata de una familia de la nobleza gallega, los Ulloa, condes de Gondomar, dueña de las tierras del municipio de Vilavedra desde siglos, que mantiene actitudes feudales de dominio sobre la población.
El relato se efectúa en tercera persona, aunque discurre en gran medida a través de la memoria de Juana, una anciana de 84 años que entró a servir de joven como nodriza y conoce los misterios de la familia.
Se trata de una historia negra que aqueja a los Ulloa y que tiene su origen en el viejo Conde de Gondomar, un hombre atractivo, irascible, que perdió la cabeza por su cuñada, una joven marquesita virgen de nombre Luzdivina do Perpetuo Socorro, de dieciséis años, de espléndida voz y piel inmaculada que acabará trágicamente como novicia en el convento de las Clarisas. La historia, parecida, se repetirá años más tarde, en la generación de los hijos –Jacobo y Rafael- obligados por el testamento del padre a vivir separados, en Galicia y en Cuba, un hecho en apariencia caprichoso que nace de un cierto sentido de contrición.
Un argumento que gira en torno al pecado y sentimiento de culpa, la fuerza del destino (más que el azar como señala el título), la pasión culpable, los amores prohibidos, la demencia, en el seno de una familia endogámica, tanto por su posición social y económica como por sus inclinaciones físicas, y la muerte con preferencia trágica y su proyección fatal sobre los vivos. El miedo y el remordimiento convocan fantasmas.
La novela se enriquece con las descripciones del valle de Vilavedra en Galicia, verde, brumoso (exceso de uso de este adjetivo), misterioso, incluso maloliente cuando padece mal de ojo, propicio a las murmuraciones, la aparición de fantasmas y meigas, las supersticiones (el huevo de la lechuza encontrado entre los de las gallinas, el propio doctor Ulloa, un niño que nació marcado por la señal de Caín), los embrujos y presagios de calamidades, las leyendas (de “luz agrumada por el calor”, pg. 47), lúgubre e indigente (las descripciones de las pg. 86-87, magníficas). La autora, nacida en Galicia, se explaya en la sucesión de las estaciones y relato de las cosechas (pg. 22), adquiriendo la novela un tono costumbrista que también se refleja en las reuniones del Café Moderno, con sus tertulias y mesas de julepe, y que podría recordar el estilo de la novela galdosiana del XIX. Y con los ingenios de Cuba y esa cultura mestiza que mezcla religión con magia traída de Jamaica por los esclavos negros. La educación de Laura Ulloa integra con naturalidad elementos de ambas culturas.
En esta novela Susana Fortes pone en evidencia, una vez más, su culto por el estilo. La prosa es impecable, el buen uso de las palabras, la selección de adjetivos, la definición de metáforas. Destila belleza y armonía, y constituye su baza más fuerte. Una prosa que resulta excesiva para un argumento que peca de cierta pobreza (incestos y adulterios en el seno de una familia), con un final que deja en el lector la impresión de que la autora no lo tiene claro. La novela, a pesar de que anticipa más de lo que sucede lo que provoca un punto de decepción, se lee con gusto.
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