"Los girasoles ciegos", de Alberto Méndez
Ed. Anagrama.
Esta "novela" se estructura a través de cuatro relatos breves vinculados entre sí de manera sutil -cuatro derrotas, dice el autor- que transcurren en el período 1936-1942.
Primer relato (o primera derrota): Si el corazón pensara dejaría de latir.
El capitán Alegría, abandona el ejército de los sublevados en vísperas de la toma de Madrid, y se entrega al enemigo: se rendía a unos vencidos, porque había llegado a la conclusión de que los suyos no querían ganar la guerra, sino matar al enemigo. Un pensamiento de gran hondura que refleja el odio abismal instalado entre los dos bandos, todos españoles.
Estilo cuidadísimo. La gran literatura siempre atiende la forma. Prosa precisa, directa, poética, para contener mucha inteligencia condensada y personalidad. Frases geniales como cuando descubre que está vivo entre los muertos fusilados: "Alegría siempre habló de este momento como de un parto".
O la que escribe antes de suicidarse sobre los soldados que vuelven a sus hogares después de una guerra: ya no son ellos sino unos extraños, porque la guerra convierte a todos en vencidos.
Segundo relato (o segunda derrota): manuscrito encontrado en el olvido.
Cuenta el periplo de un poeta joven que huye, en 1940, de los vencedores con su mujer embarazada hacia las montañas. La mujer dará a luz y morirá después. Impresionante la imagen del bebé junto a su madre muerta. En un diario el poeta irá contando su miedo y sus reflexiones:
"¿Cómo se corrige el error de estar vivo? ¡He visto muchos muertos pero no he aprendido cómo se muere uno"
"Morir no es contagioso, la derrota sí"
"Yo no hubiera dejado (de haber vencido) que mis enemigos huyeran desvalidos, yo no hubiera condenado a nadie por ser un poeta"
Páginas magistrales para poner al descubierto el sufrimiento absurdo que provoca una guerra.
Tercera derrota (1941): el idioma de los muertos.
El coronel Eymar, preside un tribunal militar, y tenía un hijo, Miguelito, "el héroe de su estirpe que había muerto sólo para ser vengado".
El soldado republicano Juan Serra conoció a este miserable, que fue fusilado por delitos comunes, cuando estaba preso.
El soldado Serra debe ser juzgado por Eymar que descubre que compartió los últimos días de su hijo y quiere saber. También su esposa. Así, como una Sherezade, con mentiras hacia una madre desolada, irá transformando al canalla en héroe, y consiguiendo una noche más de vida.
Este relato extraordinario lo he leído sin aliento.
Cuarta derrota: Los girasoles ciegos.
Madrid, 1942. La historia de un topo republicano al que la familia protege escondiéndolo del mundo. Desde su escondrijo contempla impotente y horrorizado el acoso sexual a su esposa por parte de un diácono, profesor de su hijo, lo que le conducirá a un final trágico.
Está contado desde tres puntos de vista: la del niño que una vez adulto recuerda aquellos tiempos en que vivía dividido entre dos mitades, la lóbrega y la luminosa; la del diácono, que atribulado por la culpa escribe una confesión; y una tercera voz omnisciente que aporta objetividad al relato.
Tiene enorme fuerza expresiva.
Los argumentos son tremendos y la forma de contarlos bellísima y muy intensa.
Una novela que no debería dejar de leer ninguna persona con sensibilidad.
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