La historia del amor,
de Nicole Krauss
Círculo de Lectores y Ediciones Salamandra, 2006
315 páginas.
Esta novela permite afirmar que en la literatura de ficción no todo está inventado, aún es posible mostrarse original y sorprender al lector con historias complejas, bien construidas y bien escritas. Un libro que desde las primeras páginas emana la frescura de las reflexiones dominadas por una lógica inocente, sin contaminar, desde sentimientos puros, que creen en la belleza de la vida, a pesar de haber soportado calamidades terribles.
El anciano Leopold Gursky y la adolescente Alma Singer son los personajes claves del argumento. Se encontrarán, tras alambicados avatares, en la última página, al acudir a una cita a ciegas a las puertas del zoo de New York, y dar lugar a una escena estremecedora, llena de simbolismo y ternura.
La historia del amor nos habla de la fatalidad y los desencuentros. Algo que se pone en evidencia en las primeras páginas en las que con un lenguaje desprovisto de resentimiento, Leo Gursky nos cuenta cómo, en un pequeño pueblo polaco, se enamoró de la mujer a la que iba a consagrar su vida y cómo la perdió durante la huida provocada por el holocausto judío, para volver a encontrarla en Nueva York, con un hijo suyo pero casada con otro hombre.
También nos habla de la eterna decepción que es la vida, de la amistad y la traición, del exilio y la nostalgia, el azar y el amor, del oportunismo, de la soledad, de que la felicidad comporta dolor, y la alegría tristeza, permanentes contrapesos que impiden que los sentimientos se den de forma absoluta. (Por ejemplo, Leo Gursky se entera por la prensa de la muerte de su hijo, el escritor Isaac Moritz, precisamente durante uno de los pocos momentos felices de su ancianidad).
La lectura encandila a pesar de una trama demasiado enrevesada que exige mucha atención e incluso tomar notas para no perderse. No ayuda la abundancia de palabras en yidis salpicadas en el texto. El lector hubiera agradecido la inclusión de un glosario explicativo al final. La estructura descansa en dos hilos narrativos independientes, el movido por Leo Gursky, por un lado, y la investigación que por su cuenta emprende Alma Singer, por otro. Estas historias convergerán al final en un desenlace emotivo. El argumento se complica porque inserta trozos de la novela que en su juventud escribió Leo Gursky, titulada La historia del amor (que a su vez proporciona el título de este libro) y otras anécdotas que atañen a otros personajes. Un texto con mucha acción y mucho pensamiento. Intuyo que en la personalidad de la autora, Nicole Krauss, conviven en armonía la mente de una filósofa y la sensibilidad de una poeta que otorga prioridad a la selección de las palabras. Fantástica la reflexión sobre la aparición en el hombre de los primeros momentos de alegría y de tristeza, del deseo y el arrepentimiento, o de la terquedad y la soledad.
Hay algunas defectos en esta complicada trama, deducciones forzadas para cuadrarla, excesivas casualidades, escenas poco consistentes y algún personaje innecesario, pero son reproches menores. Estamos ante una novela preciosa y el eje principal es la vida de Leopold Gursky, un escritor genial que nunca tuvo suerte. Le arrebataron la autoría de dos novelas, asesinaron a toda su familia en Polonia y no pudo casarse con la mujer que amó. Se limitó a ver crecer a su hijo de lejos y escribir para él. Gursky es un perdedor que sigue amando la vida.
El estilo, incluso la ambición poética, cobra también una gran importancia. Tanto Leo como Alma Singer hablan en primera persona. Sus personajes coinciden por estar marcados por el dolor de la pérdida (el padre de Alma murió siendo niña). Comparten también el sentimiento de la soledad (Leo se inventa un amigo, Bruno, y Alma tiene muy pocos). Sus formas de expresarse contienen bastantes similitudes (lirismo, lógica inocente, lucidez, encanto), aunque en el caso de Leo la autora introduce con frecuencia la frase corta e incompleta “Y sin embargo”, después de alguna aseveración, una técnica narrativa de diferenciación y una forma de dotarlo de humildad. Alma es más decidida y metomentodo, joven y con mayor energía.
En definitiva, una novela inteligente, conmovedora, llena de sensibilidad, difícil de seguir la trama, no así los sentimientos que consigue comunicar al lector alcanzándole el corazón. Sin duda, es lo que provoca respeto hacia una escritora tan joven, a la que habrá que vigilar en futuras publicaciones. Podría tratarse de un mirlo blanco de la literatura actual, quién sabe.
María García-Lliberós.
de Nicole Krauss
Círculo de Lectores y Ediciones Salamandra, 2006
315 páginas.
Esta novela permite afirmar que en la literatura de ficción no todo está inventado, aún es posible mostrarse original y sorprender al lector con historias complejas, bien construidas y bien escritas. Un libro que desde las primeras páginas emana la frescura de las reflexiones dominadas por una lógica inocente, sin contaminar, desde sentimientos puros, que creen en la belleza de la vida, a pesar de haber soportado calamidades terribles.
El anciano Leopold Gursky y la adolescente Alma Singer son los personajes claves del argumento. Se encontrarán, tras alambicados avatares, en la última página, al acudir a una cita a ciegas a las puertas del zoo de New York, y dar lugar a una escena estremecedora, llena de simbolismo y ternura.
La historia del amor nos habla de la fatalidad y los desencuentros. Algo que se pone en evidencia en las primeras páginas en las que con un lenguaje desprovisto de resentimiento, Leo Gursky nos cuenta cómo, en un pequeño pueblo polaco, se enamoró de la mujer a la que iba a consagrar su vida y cómo la perdió durante la huida provocada por el holocausto judío, para volver a encontrarla en Nueva York, con un hijo suyo pero casada con otro hombre.
También nos habla de la eterna decepción que es la vida, de la amistad y la traición, del exilio y la nostalgia, el azar y el amor, del oportunismo, de la soledad, de que la felicidad comporta dolor, y la alegría tristeza, permanentes contrapesos que impiden que los sentimientos se den de forma absoluta. (Por ejemplo, Leo Gursky se entera por la prensa de la muerte de su hijo, el escritor Isaac Moritz, precisamente durante uno de los pocos momentos felices de su ancianidad).
La lectura encandila a pesar de una trama demasiado enrevesada que exige mucha atención e incluso tomar notas para no perderse. No ayuda la abundancia de palabras en yidis salpicadas en el texto. El lector hubiera agradecido la inclusión de un glosario explicativo al final. La estructura descansa en dos hilos narrativos independientes, el movido por Leo Gursky, por un lado, y la investigación que por su cuenta emprende Alma Singer, por otro. Estas historias convergerán al final en un desenlace emotivo. El argumento se complica porque inserta trozos de la novela que en su juventud escribió Leo Gursky, titulada La historia del amor (que a su vez proporciona el título de este libro) y otras anécdotas que atañen a otros personajes. Un texto con mucha acción y mucho pensamiento. Intuyo que en la personalidad de la autora, Nicole Krauss, conviven en armonía la mente de una filósofa y la sensibilidad de una poeta que otorga prioridad a la selección de las palabras. Fantástica la reflexión sobre la aparición en el hombre de los primeros momentos de alegría y de tristeza, del deseo y el arrepentimiento, o de la terquedad y la soledad.
Hay algunas defectos en esta complicada trama, deducciones forzadas para cuadrarla, excesivas casualidades, escenas poco consistentes y algún personaje innecesario, pero son reproches menores. Estamos ante una novela preciosa y el eje principal es la vida de Leopold Gursky, un escritor genial que nunca tuvo suerte. Le arrebataron la autoría de dos novelas, asesinaron a toda su familia en Polonia y no pudo casarse con la mujer que amó. Se limitó a ver crecer a su hijo de lejos y escribir para él. Gursky es un perdedor que sigue amando la vida.
El estilo, incluso la ambición poética, cobra también una gran importancia. Tanto Leo como Alma Singer hablan en primera persona. Sus personajes coinciden por estar marcados por el dolor de la pérdida (el padre de Alma murió siendo niña). Comparten también el sentimiento de la soledad (Leo se inventa un amigo, Bruno, y Alma tiene muy pocos). Sus formas de expresarse contienen bastantes similitudes (lirismo, lógica inocente, lucidez, encanto), aunque en el caso de Leo la autora introduce con frecuencia la frase corta e incompleta “Y sin embargo”, después de alguna aseveración, una técnica narrativa de diferenciación y una forma de dotarlo de humildad. Alma es más decidida y metomentodo, joven y con mayor energía.
En definitiva, una novela inteligente, conmovedora, llena de sensibilidad, difícil de seguir la trama, no así los sentimientos que consigue comunicar al lector alcanzándole el corazón. Sin duda, es lo que provoca respeto hacia una escritora tan joven, a la que habrá que vigilar en futuras publicaciones. Podría tratarse de un mirlo blanco de la literatura actual, quién sabe.
María García-Lliberós.
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